Me sorprendió tu atrevimiento.
El paseo fue increíble. Parecían pocos minutos, aunque hablamos tantas cosas que supongo que serían horas. Tenía ganas de desquitarme. Tanto tiempo a mi bola, pensando en ese momento, y por fin llegó. Lo viví con gran ilusión, puedes tenerlo claro. A veces no es lo que haces, sino el momento que lo haces, el contexto. Y ahora era el mejor, sin duda.
Recordar esa complicidad, ese cariño, ese respeto… por no hablar de las risas. Parece que todo a tu lado es sencillo. No quiero pensar lo que sería la vida sin ti, porque ya la he vivido, y sé que no me gusta. Así que espero repetir este momento muchas veces. No me gustaría parecer tonto, pero sabes que cuando te pones a hablar de estas cosas se te pone la sonrisa tonta y no hay manera de quitártela. Y sí, la persona culpable eres tú.
Disfruto mucho con cualquier cosa. Bueno, siempre que estés cerca. Lo que no creía era que acabaría así la noche. Paseo tranquilo, cena, cine, reírnos de aquellos chalados de la calle… y al final… ¿en tu casa o en la mía? No era la idea inicial. Ni siquiera es mi manera normal de actuar. Pero si el destino nos llevaba a la cama, quién era yo para callarlo.
El silencio demoledor en el portal, eso sí era excitante. Duro. Estaba muy duro. Pero al final saltó el pestillo de la puerta. Las tantas de la noche y la sonrisa tonta no se nos quitaba a ninguno. Al final caímos directamente en la cama. ¡Vaya día más largo y corto a la vez! Me tapaste la boca para que dejara de decir estupideces nacidas de la pasión.
Mi boca no pronunciaba palabras. Mi oído no escuchaba las tuyas. Mi corazón se aceleraba sintiendo un peso en mi pecho. Negro, lo veía todo negro. Empecé a preocuparme, y a sentir que ya no estabas a mi lado. Respiración fuerte. El aire entraba con la fuerza de la ilusión que te buscaba, y salió de golpe con un salto impulsado por el espasmo.
Otra noche más. Otra noche distinta, pero igual. Misma ilusión, misma pasión, misma alegría. Y a la vez, misma decepción. Misma cama, misma oscuridad, misma tristeza. Otro sueño. Otra pesadilla. Otra frustración por no tenerte a mi lado.
Sin duda soy una persona feliz, al menos durante los escasos minutos que sueño con ese sueño. Que sueño con que ese sueño sea un sueño. Porque los sueños son las metas que nos impulsan a intentar conseguir lo que nunca tendremos. Ojalá ese sueño nunca se cumpla; o que deje de soñar con mi sueño. Porque cuando ese sueño no sea un sueño, sueño con que sea realidad.
Las cosas nunca vuelven a ser como en el pasado, pero a menudo mejoran en el futuro, aunque a veces parezca imposible. Ánimo 🙂
Quizá no se entendió bien la metáfora. La idea no es pensar en el pasado, sino en lo que podrá venir, y que desde entonces, no volverá a ser como antes. Es que la prosa artística es lo que tiene, que sale así y… xD