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Los sentimientos: nuestro peor superpoder

Sentidos, cualidades, virtudes, funcionalidades… llamado como sea, nuestro cuerpo viene de serie con ciertas características, dominadas por nuestro sistema sensorial, que lo mantienen en contacto con nuestro exterior.

Los sentidos principales (la vista, el oído, el tacto, el gusto y el olfato), nos muestran una realidad muy cercana, muy común para nosotros, pues conocemos estos sentidos desde bien pequeños. Otros sentidos, ligados al sistema del tacto, nos permiten obtener información ajena a lo habitual (temperatura, con la termocepción; dolor, con la nocicepción; nuestro propio cuerpo, gracias a la propiocepción…). Total, una serie de elementos físicos que nos ligan a nuestro entorno en general, y a nuestras sociedades en particular.

Aquí cabe recordar que el ser humano es un ser social, y que posee ciertos mecanismos cognitivos que le facilitan procesar la información que le rodea para obtener una explicación más clara, y para actuar en consecuencia, frente a los estímulos externos. La empatía es un claro ejemplo. Y ésta se aplica desde el mismo momento que se conoce el estado de ánimo de alguien, incluso aunque éste fuera inventado o imaginado. Por ejemplo, basta escuchar “si se cae y se da un golpe, se troncha el cuello”, para que un escalofrío cruce nuestra espalda y nos haga sentir esa posible emoción.

Y aquí es donde quiero llegar con este discreto escrito. Cuando las emociones para con los demás superan en fuerza a las nuestras, somos presos de nuestros sentimientos. Las sensaciones que los demás producen en nosotros son tan vitales como el comer, pero deben mantenerse a raya para no superar las que tú como individuo debes sentir. El efecto causado a corto o medio plazo es gratificante, porque nos permite simular de manera más realista aquello que en nuestra cabeza ha sido creado. A largo plazo: pérdida de la capacidad de relacionarse con asertividad, desconocimiento de la identidad propia, desilusión, huida de la lucha por la autoestima, etcétera, etcétera, etcétera.

En fin, nada especial. Sólo quería decirlo 🙂

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