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Lactancia de algodón

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Mi hija tiene 23 días de vida. Hoy tendría que haber nacido.
Mi pareja y yo llevamos meses esperando este momento. Preparandonos. Adquiriendo conocimientos de la mano de la matrona del centro de salud, de libros e Internet, incluso de familiares y amigos que creen poseer la verdad sobre algo tan simple y a la vez tan complejo como es cuidar, mantener, criar y educar a un nuevo ser. Llevo años escuchando, leyendo, aprendiendo, prestando atención. Siempre he pensado en cómo aportar algo a mi posible descendencia.
Llevo tres semanas escuchando a la gente sobre consejos para hacer lo mejor posible lo que se supone que tenga que hacer con mi hija. Y aunque no lo parezca, les haga caso o no, ya hago lo que se supone que tengo que hacer con mi hija. Nadie me preparó jamás para esto. Ni en lo bueno ni en lo malo. La incertidumbre es continua, apenas despejada por la lectura de un resultado encontrado en Internet. Pero, por suerte, y que dure mucho tiempo, mi hija se calma pronto cuando sufre. Tenemos un bebé que necesita, por la razón que sea, tener contacto constante con el origen de su alimento. Hemos probado otras opciones, pero parece que es lo único que calma su llanto. Llora bastante cuando no es así. Mi hija se alimenta, desde el mismo día de su nacimiento, mediante lactancia materna. Creo que es lo mejor para ella y para su madre. Hace tomas casi encadenadas durante las 24 horas del día. Su madre apenas puede conciliar el sueño.
Yo soy trabajador autónomo. Tengo una tienda de informática. Paso fuera de casa unas 12 horas diarias. Nada especial. Me encanta mi trabajo. Desde que volvimos a casa del hospital, procuro ayudar lo máximo posible en casa. Mi principal labor es mantener la casa repleta de botellas de agua que permitan a mi pareja mantenerse hidratada en todo momento de la lactancia. Y no es la única. Lavadoras, pañales, cocina, recados. Como ya comenté al abrir el blog, no considero que haga pocas cosas. Pero hay algo que nunca podré hacer de manera natural: alimentar a mi bebé. El 90% de las necesidades de nuestro bebé recién nacido es alimentarse.
Asumo que pertenezco a una generación diferente. Quiero participar lo máximo posible en la vida de mi hija. Y cuando llora sólo produce en mi un sentimiento de frustración que me lleva a cogerla, abrazarla, acunarla, e intentar calmarla. Últimamente utilizo mucho una postura, conmigo sentado en el sofá, medio inclinado, y mi hija encima, como si quisiera gatear. Ella me mira fijamente, justo antes de darse un golpe en el pecho tras agotar sus fuerzas intentando levantar su desproporcionada cabeza. Luego sucede lo que yo llamo lactancia de algodón, y es que intenta chupar mi camiseta. Estos momentos son sin duda lo mejor que me puede dar. Y se disfruta.