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La utilidad del padre

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Desde que el bebé es engendrado, el padre parece una pieza aparte, un extra añadido al complejo y feliz mundo de la maternidad. Poco a poco, durante el embarazo, el parto, y los primeros días del bebé, el padre encuentra ese lugar que la sociedad parece haberle quitado. Creo que todos los que hemos sido padres, y que nos implicamos todo lo que nos dejan en nuestra paternidad, en nuestro bebé, y en nuestra familia, habremos escuchado cientos de veces un “¿cómo está la madre?”, o un “¿el bebé va creciendo?”. Personalmente tuve que esperar al tercer día de vida de mi hija para que alguien preguntara por mí estado de salud. El padre no tiene cambios físicos (dejando de lado la influencia de las hormonas del embarazo transmitidas durante esos meses al padre), no corre ningún peligro su vida, ni lleva otra encima. Pero el padre sufre desde la concepción una impotencia difícil de desahogar. La presencia durante las consultas médicas, durante las ecografías y durante el propio embarazo, es lo único que nos hará participes sobre lo qué pasa con nuestra pareja, y con el ser que viene de camino. Por suerte hoy en día no hay inconveniente para asistir desde las primeras ecografías hasta el parto, incluso siendo cesárea, aunque esto último depende del ginecólogo que realice la operación. La única ventaja sobresaliente durante el embarazo es la posibilidad de escuchar el corazón de tu bebé, desde el sexto o séptimo mes de embarazo, a través de la tripa de mamá con tu propia oreja. Respecto a la utilidad durante el embarazo, la más importante creo que es el apoyo personal, íntimo y de confianza a la madre. Desde masajearle la espalda o los pies, que posiblemente estén hinchados, hasta ayudarle con su natural despiste de embarazada a llevar orden en los papeles y las citas médicas. Y durante el tercer trimestre, sobre todo el último o dos últimos meses de embarazo, el padre puede hacer esas tareas físicas, como agacharse a poner la lavadora, o hacer recados por la calle, que sin duda a la madre se le complica sobremanera. El parto es un mundo aparte. Y cada parto es un mundo. Desde mi experiencia, y dado que mi mujer se tuvo que someter a una cesárea, el padre es un apoyo al orden. Si bien no tiene una tarea fundamental, es el acompañante, el asistente, el secretario, el confidente, el encargado de vigilar que no te cambien al bebé, y sobre todo el único que tendrá una buena visión global de todo. Eso sí, nadie preguntará por ti. Por tu estado. El padre será un pequeño ninja en la sombra que verá recompensada su labor con la calma de la madre, y con el sueño y lactancia correctos del bebé. Pasado el caos y los miedos de las primeras horas, de los primeros días, el padre será relegado de la primera línea por la teta o el biberón. Incluso será normal que el bebé llore al cogerle el padre. Cualquiera de hecho, pero a mí me parece significativo el hecho de que el padre se siente casi hasta culpable de no poder ayudar. El padre será el encargado de realizar los papeles necesarios, de ir a comprar pañales, de recoger la casa. Cada vez más dejarás de ser protagonista en tu propia casa, y de tu propia familia. Comienza entonces la cuenta atrás para ese gran día en el que te llamen “el padre de”.