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La metáfora de los macarrones con tomate

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Posiblemente todo aquel que lea este mensaje habrá sucumbido a la cremosa delicia que supone unos buenos macarrones con salsa de tomate. Es por ello que creo que la predisposición a imaginar la metáfora que quiero describir será automática en casi toda persona que lo haga. A quien no haya probado tan sencilla y energética parte de la gastronomía de origen italiano le pido que no lea esto, pues posiblemente disfrute más y obtenga más beneficio degustando aquello que permaneciendo aquí.

Imaginemos pues aquellos que aquí estamos que tenemos frente a nuestro ser un jugoso plato de macarrones frescos recién cocidos bañados en una suave salsa casera de pulpa de tomate cocida con su preciso punto de sal y aceite de oliva virgen extra. Bien, empecemos.

Plato, tenedor y macarrones. El tiempo empieza y… espera. Paremos aquí un momento para plantear dos posibles escenarios. Llamémoslos escenario naranja y escenario limón. Supongamos cada uno en una mesa separada ligeramente, en una sala bien iluminada y sin distracciones. Mesa naranja y mesa amarillo limón. Misma silla, mismo tenedor y mismos jugosos macarrones. Tú en ambos a la vez. Recordemos, un poco de imaginación. ¿La diferencia? En la mesa naranja comes la comida normalmente. A tu ritmo. Despacio o lento. Viendo la tele o no. Con agua o sin agua. Normal, como tú sueles hacerlo. ¿Ya te ves? Bien, ahora, y sin juzgar, giremos al escenario limón.

Imaginemos que en la mesa amarilla no comes sino que miras el plato. Piensa en su origen, en sus ingredientes, en su olor y su color. Cierra los ojos si te es más fácil, sobre todo si no tienes comida frente a ti ahora mismo. Haz el ejercicio de parar tus pensamientos automáticos y simplemente piensa en tu plato de macarrones. ¿Ya te cansaste de analizar? Entonces estamos en el mejor instante de la comida, meter el tenedor en el plato. Aunque antes te propongo una pequeña última reflexión. Piensa en la textura de la comida, la consistencia de la salsa. Usa tu tenedor si es necesario para comprobarlo. No te robo más tiempo, disfruta el plato. Eso sí, sería de gran ayuda para entender la metáfora que pensaras cada vez que acercas el tenedor con comida en cómo cogiste los macarrones, en su movimiento en el camino, en cómo entra en tu boca y en cómo sus ingredientes desencadenan sabores en tu boca. Y no, esto no es un anuncio de pasta. La base de la metáfora consiste precisamente en todos aquellos instantes que transcurren desde que te acercas a la mesa, hasta que te alejas de ella.

Terminada la descripción, te planteo una pregunta: ¿Conoces la atención plena o “mindfulness”? Pues en la mesa amarilla se práctica sin dejar de disfrutar de unos buenos macarrones.

Con un ligero análisis veremos que es más probable que se te escurran algunos macarrones en el escenario naranja, que los sabores son más intensos en el escenario limón, que la mesa naranja tiene algo más de desorden, o que, si lo analizas bien, el tiempo empleado en la mesa amarilla sea menor (una pista: la tele, los macarrones caídos, la ingesta de agua o pan, el mayor uso de la servilleta…).

Soy una persona con un trastorno de déficit de atención. Toda mi vida he intentado optimizar mis tiempos, mis procesos y mi día a día en general para aprovechar mejor el tiempo que me quedaba después de mis distracciones. Y hace poco empecé a acercarme al mindfulness o tiempo de atención plena para entender y controlar mejor el funcionamiento de mi cerebro e intentar minimizar mis distracciones. Con esta metáfora quería reflejar la visión que tengo de la atención, las enseñanzas que he conseguido poner en práctica en el último año y la imagen mental que intento utilizar para encauzar el camino de mi vida.

¿Y tú? ¿Conocías que en análisis de tu presente puede mejorar tu situación física y mental? Recientemente leí el libro de Mario Alonso Puig “¡Tómate un respiro!” y comprendí mejor los procesos fisiológicos que suceden en nuestro cuerpo cuando practicamos técnicas de relajación, meditación o atención plena. Te lo recomiendo enormemente.