La poesía es la prosa de los rítmicos. Un mundo vetado para los faltos de ritmo en su vida, de coherencia, de equilibrio.
Hace tiempo escribía poesías como si cogiese higos de una higuera. Ahora apenas susuran pareados poco afortunados en mi cabeza. Ahora soy prosáico, y no poeta.
Frustración
Cada minuto que pasa en la vida del Universo donde el desequilibrio ataca la cohesión del mismo, el Universo pataleará hasta equilibrar cada centímetro de su existencia.
Ver que tu vida gotea por un fino desagüe, sin haber abierto ningún orificio, provoca una frustración tran grande como la incertidumbre que es capaz de entrar en tu cuerpo. Frustración. La amiga de los ignorantes de la vida, la acompañante de las situaciones sinsentido, la enemiga de la paz interior.
Si hay algo que la mente humana no comprende es la sinrazón, la oposición a toda lógica, los cambios bruscos en las actuaciones de cada elemento que rodea su existencia. Comprensión. La comprensión es el premio que otorga la mente a los poseedores de explicaciones sobre la vida. La comprensión es el más dulce caramelo, el más placentero orgasmo, la más fuerte cadena, que te alegra la vida con la tranquilidad que da saber que la tienes.
Querer obtener en la vida tantas cosas como se deseen, acaba frustrando al personal. Quien comprenda porqué la mente humana siempre desea más de lo que jamás podrá tener, será tan agraciado como Dios lo es por poder serlo. La vida es cruel, y nos elimina recuerdos de nuestra mente para introducir nuevos, venidos directamente de nuestros deseos, y que siempre dañan nuestro amor propio, por atacarnos directamente a lo que ya éramos.
La vida es injusta, porque nunca se podrá poseer tanto como se desea, ni se podrá desear solo lo que tenemos. Los conformistas no son los que desean solo lo que tienen, si no los que saben que desear más de lo que se tiene o se puede alcanzar les puede destruir.
Yo soy conformista, y desearía que cada uno de los que vivimos en este Universo, podamos serlo, para dejar de dañar nuestro pasado, nuestros recuerdos, lo que realmente somos, con la ambición y el deseo incontrolable de ser algo mejor.